domingo, 20 de febrero de 2011

Días como éste son los que nos matan


Son estos partidos en los que se nos escapa entre los dedos cualquier posibilidad de aspirar a ser algo más. Partidos en los que atestiguamos a ciencia cierta que el Lagun Aro GBC tiene lo que hay que tener para sumar la victoria pero la deja escapar. Los partidos para no dormir como el de Fuenlabrada nos enfadan, pero son días como éste los que nos matan, los que cercenan nuestras opciones crecer. Lo que quiero decir es que cuando juegas mal, cuando no te sale nada y te pegan una paliza pues bueno, aceptas que no era el día y punto; pero cuando demuestras que tus armas son adecuadas y suficientes para imponerte y las desperdicias... el sabor a oportunidad perdida es muy amargo.

La puesta en escena del GBC, su fluidez en ataque, su intensidad durante toda la primera mitad nos pusieron los dientes muy largos, nos hicieron creer. Nos devolvieron a otro estado de ánimo que hace no tanto tuvimos y que el equipo está luchando por volver a adquirir. Su voluntad de mejora se ve de lejos. Pero el apagón del tercer cuarto volteó el ritmo de juego, el factor anímico y en consecuencia, el partido en general. En el diccionario del baloncesto la d de defensa siempre tiene que venir antes que a a de ataque. Y ayer quedó meridianamente demostrado. Hay quien menosprecia la defensa, total, si atacamos bien tampoco hace falta darle una importancia vital al trabajo atrás... Para mí, y es una opinión totalmente personal, ése es un error que te condena a la mediocridad.

A la vez, creo que el Lagun Aro aspira a no ser mediocre. Pero una defensa como la del tercer cuarto en Vistralegre te pone los grilletes que te condenan a la tierra de nadie como castigo perpetuo. No me cansaré de repetirlo, el GBC esgrimió ayer las armas necesarias para llevarse la batalla y cuando la tenía en franquicia la tiró a la basura. El juego, el planteamiento de Laso, el destino del balón en cada ataque eran los adecuados. Y sin embargo nos dejamos algo por el camino. Los pivots de Estudiantes nos matan de fuera hacia dentro y nos ganan la partida por la mano. Entre los tres interiores que juegan ayer -Asselin, Clark y especialmente Caner Medley- anotan 52 puntos suman 60 de valoración. Y eso que un solo pívot nuestro hace más o menos la mitad que los tres del Ramiro... Miralles suma 23 puntos y valora 30; todo a base de pundonor (el tipo de pundonor que se lleva entre las piernas). El catalán persevera a base de golpearse una y otra vez contra un muro hasta llegar a echarlo abajo. El problema es que en el global de pintura el Estu es muy superior. Mo Kone sigue creciendo y cumpliendo, en esta ocasión menos que otros días. En cambio, todos tenemos un nombre en la cabeza que estamos echando de menos horrores.

David Doblas está pasando por un bache y eso que en el principio del partido se le veía determinado a firmar un gran partido. Pero me parece (y ésta es una opinión totalmente subjetiva) que tiene tantas ganas de ayudar al equipo y volver a protagonizar actuaciones como las de hace apenas unos meses que cuando se tuercen las cosas -ya sea por las faltas o por otras piedras en el camino- siente ansiedad o se frustra, no se bien como definir su estado de ánimo. Y el caso es que en esta ocasión hizo dos faltas muy rápido y luego no hizo ninguna más, pero su ritmo se cortó y luego le costó volver a cogerlo. Creo que David es una de las piezas más importantes del equipo, una de las principales, una de las llaves maestras al éxito... pero tiene que quitarse un poco de ese peso de su espalda; él nos da muchas cosas y además de los puntos y los rebotes hay asuntos de los que no salen en las estadísticas que perdemos si le tenemos en plenitud y lo mismo hablo de un bloqueo que de una buena defensa o de su influjo positivo sobre sus compañeros. Se le ve dando pasos hacia el lugar que le corresponde pero aún no está ahí y se nota. Cuando nos fallan David y Baron son muchas cosas las que echan de menos.

Y es que los nueve puntos de Jimmy no pueden despistarnos de que volvió a jugar un partido flojo, un partido que acrecienta la sensación de irregularidad que le persigue en los últimos tiempos. El escolta alcanza picos muy altos y, en cambio, últimamente, acusa valles demasiado profundos. A veces extraño que no se busque más descaradamente, sólo lo hacemos en situaciones de apremiante necesidad. Siendo jugadores con virtudes y defectos diferentes, lo comparo mucho con Jaycee Carroll y lo hago en cuanto a ser el To Go Guy, el tipo al que buscar, el océano en el que confluyen todos los ríos del juego (y si no todos, muchos de ellos). Sí entiendo que se están buscando nuevas opciones en busca de la mejora juego colectivo, opciones que están haciendo a Panko mucho más protagonista, pero a veces (y que no se me entienda mal) me gustaría que abusáramos un poco más del talento como francotirador del de Rhode Island. Ocho posesiones en 30 minutos se me antojan pocas para la capacidad de Jimmy. Hagámosle importante, que se sienta determinante, yo me la juego con él con los ojos cerrada. Aunque qué ideal y utópico sería que la mejora de Panko no supusiera un bajón o al menos una irregularidad en Jimmy, pero claro, decirlo es muy fácil y los rivales tontos no son. El reto está ahí porque tampoco es que el ataque fuera un desastre ayer, ni mucho menos, más bien todo lo contrario.

Y hablando del ataque, que esta ocasión fue el punto más brillante y constante del partido, la mejor noticia de todas fue volver a ver al Javi Salgado confiado en sus posibilidades, decarado y desafiante en su juego. Ayer pudo prender la mecha de una recuperación vital para el devenir del equipo.

Qué paradójico encontrar tantas cosas buenas en la actuación del equipo como el ataque colectivo, el trío formado por Miralles-Panko-Salgado, momentos de Lorbek, buenos porcentajes generales (salvo los tiros libres), pocas pérdidas... realmente surge la pregunta retórica de ¿cómo pudimos perder?

Y aunque ese tipo de preguntas no están formuladas para tener respuesta, en este caso, la defensa es la solución que despeja las dudas. Si te meten 88 fuera (bueno, y en casa) difícilmente vas a ganar. Estudiantes iguala la marca de puntos anotados por un rival del Lagun Aro esta temporada, ya los anotó el CAI y perdimos, pero en este caso el equipo de Laso jugó como para algo más que esta sensación de juego esperanzador pero oportunidad perdida; qué pena que por una vez no fuera qué bien hemos jugado y qué victoria tan importante. No falta ese paso y ayer fueron los jugadores los que no lo daron. Pusieron todo lo demás menos la defensa que representa los cimientos que sustentan las casa y que a la hora de la verdad causa que todo se venga abajo como un castillo de naipes.

Días como éste son los que nos matan, los que nos dejan en el limbo. El GBC decidió a principio de temporada apuntar alto, subir unos cuantos pisos respecto al lugar que viene ocupando últimamente, pero el ascensor se ha quedado colgado y la asistencia técnica no va a venir; para que vuelva a funcionar lo van a tener que arreglar ellos mismos y el domingo que viene todos les vamos a ayudar a conseguirlo ante Manresa. Es hora de arreglarlo y que vuelva a subir no vaya a ser que algún día se rompa el cable...

Hemos dejado marchar una oportunidad dorada para sumar fuera de casa. Y lo peor es que tenía todo lo necesario para lograrlo y no fue capaz. Que se den cuenta los jugadores de lo que son capaces y les sirva para salir con todo ante Manresa, tienen baloncesto de sobra para conseguirlo. Pero que lo hagan de una condenada vez y no se queden -y nos dejen- con la miel en los labios.

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domingo, 6 de febrero de 2011

Todo en un día


Como en la canción de Crowded House, Four seasons in one day, en el partido frente al Menorca hemos visto todas las versiones habidas y por haber, todos los estados de ánimo e incluso, todo lo que viene siendo la temporada en un solo día. El partido era de esos en lo que lo único que realmente importaba era ganar, por lo civil o por lo penal. Y sino era lo único, sin duda que era, de largo, lo más importante. Una victoria instrumental. De las que pueden marcar un punto de inflexión. Y no por la manera de jugar, porque cuando te metes en un lío como el de perder siete partidos seguidos, aunque no quieras, te lo empiezas a plantear todo, las convicciones que antes eran sólidas comienzan a ser más volubles y la única medicina para salir de esas arenas movedizas es ganar. Ganar y punto.

Para volver a lucirnos ya habrá tiempo, porque ahora toca volver a construir ese edificio llamado confianza desde los cimientos. Una casa que parecía bien edificada pero que ese 'Katrina' llamado siete derrotas en fila acabó por derrumbar. El domingo al mediodía se colocaron los primeros ladrillos y eso que sufrimos como condenados para sumar un triunfo vital; pero saber sufrir es tan importante -incluso más- que prosperar cuando brilla el sol en el horizonte. Y si alguien ejemplifica el apretar los dientes cuando llegan los nubarrones, ése es Ricardo Uriz. El partido de ayer sirve de metáfora de muchos aspectos generales de este equipo, y a la vez, volvía a subrayar lo mismo que observamos el año pasado en plena mala racha: Que Ricardo se echa el equipo a la espalda y que Miralles se deja la piel (con acierto o sin él) para luchar cada pelota.

Lo de Ricardo es para que te piquen las manos de aplaudirle. Nada más y nada menos que 13 asistencias en un partido como el que vimos marcan la diferencia, entre los cinco que metió y los 31 que propició con sus pases generó casi la mitad de los puntos del Lagun Aro. No hay mucho más que decir, ¿verdad? También es destacable la seriedad de Doblas y Panko, muy visibles al final del partido. Sin embargo, me quiero parar en dos detalles: Primero, en uno de los partidos más desacertados de Jimmy Baron, éste no deja de intentarlo y se convierte en muy útil. Me gustó que Laso quisiera morir con él, apostara hasta el final el día que lo que normalmente hace parecer fácil, al estadounidense lo le acabara de salir. Sobre este tema también tengo que decir que... menudo triple de Lorbek y en qué momento. Vital. Como vital fue la actuación de Niko Tskitishvili. Ya no sólo por el acierto, sino especialmente por la actitud. Cuando no la tenía le cayeron palos por doquier y es justo que en esta ocasión se reconozca su implicación, cortando balones en línea de pase, taponando en la ayuda... ¡que dure!

Pero es evidente que no todo fue bueno ayer. Después de una primera mitad muy convincente, en la que el Donostia Arena 2016 volvió a disfrutar como hacía tiempo que no lograba, llegó un declive aterrador, que nos dejó helados cuando estabamos recobrando las sensaciones. Justo cuando logramos la máxima ventaja, Menorca -un Menorca muy, pero que muy justito- nos remonta con poco más que una zona y lo que en un principio pareció el definitivo canto del cisne pero que acabó convirtiendo en las trompetas y los estandartes del séptimo de caballería. Fue el GBC el que permitió esa reacción. Y creo que tiene que ver con el peso que generaban (¿generaban o generan?) los pesados kilos de una mochila cargada con siete derrotas seguidas. Mientras la diferencia era superior a los diez puntos no había problema, una vez bajó de ahí... fue como dejar que la bola de nieve rodara. Por suerte, se sacó adelante una situación delicada y creo que el equipo debe salir reforzado. Está claro que el Lagun Aro es mucho más equipo que el Menorca, que no debería pasar esas penurias en la segunda mitad ante un equipo ramplón, limitado y cuyo base-referencia juega cojo y ni siquiera puede subir el balón. No obstante, la situación anímica es la que es (o la que era) y no hay nada más difícil de superar que eso.

Por cierto que la afición estuvo de diez. Acudió en un número más que respetable y sujetó al equipo cuando las cosas se torcieron. Un verdadero diez.

Y volviendo a lo deportivo, recuperar, aunque sea durante ciertas fases del partido, la mejor versión defensiva del GBC fue lo que mantuvo al equipo incluso cuando todo parecía torcerse. Se cerró la zona a cal y canto, bajando los porcentajes en tiros de dos del Menorca y dominando el rebote con claridad, dos virtudes que fueron como una manta cuando bajó la temporada del ataque guipuzcoano. Como se puede comprobar en la fotografía que ilustra este artículo, hasta cuatro jugadores del Lagun Aro pisan la zona cuando un rival entra en ella, y no es ninguna anécdota, Laso 'sacrificó' el perímetro para tener el dominio de la zona, una fórmula que a pesar de la desaparición del equipo de la faz del tierra durante el tercer cuarto, demostró ser efectiva. El Menorca firmó altos porcentajes de tres y aun así la manija del partido estaba perteneciendo al GBC. El alpiste estaba más cerca de los tableros y aunque fuera a duras penas, se lo acabó comiendo el equipo entrenado por Pablo Laso.

Y lo que hay que sacar de todo esto no es sólo la luz al final del túnel. Hay un dato puramente estadístico y objetivo que debe servir de refrendo moral para el equipo: Esta victoria significa que en lugar de quedarnos a un partido de los puestos de descenso y sentirnos con el agua al cuello (con el inmenso nerviosismo que ello implica), pasamos a dejar esa oscura frontera a tres partidos más el average, es decir, a cuatro partidos. De ahí la inmensa importancia que tenía este partido. Rompes la mala racha, le das un buen empujón a tu diferencia con los puestos de descenso y ganas dos semanas de tranquilidad para volver a equilibrar todos los aspectos deportivos y extra deportivos que te llevaron olvidarte de ganar... y todo en un día.

No ha sido el partido más bonito del mundo, hemos sufrido lo indecible, pero hemos ganado. Algún día habrá que preguntarse y analizar porqué desde que regresamos a la ACB, en tres años acumulamos 15 derrotas por ninguna victoria en el mes de enero. Pero ahora, aunque sea durante un momento, podemos tomarnos un respiro, recobrar fuerzas y replantearnos qué vamos hacer y qué queremos para lo que resta de temporada.

Ahora que hemos salido del túnel, ¿adónde vamos?

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